El cubismo es la clave estética y fuente de inspiración que da forma a ‘Pintoresca’. Reinterpretrando sus características, Rosario Toledo distorsiona el flamenco figurativo para llegar a la esencia, a la raíz que le dio vida, el quejío por cadenas que aún perduran pendientes de su liberación definitiva.

Así, la bailaora se despoja de la rigidez de pasos, palos y vestimentas al uso para indagar en el Arte de la no-imitación, en la esencia del objeto en sí mismo más allá de su apariencia. Para ello, se refugia en la simbología de la mujer desnuda –tan presente en los cuadros de Picasso- convirtiéndose en mujer-boceto. También en la figura de la guitarra, explorando las posibilidades de juego entre el volumen y el hueco, las líneas rectas de sus cuerdas y las curvas de su perímetro. Y en la rondeña de Ramón Montoya como excelente metáfora de lo que significa apostar por lo personal, por lo único y por todo aquello que nos hacer ser diferentes.